Por Pilar Valentina Pezoa Navarro
Contrastes y discursos encontrados. En un 1° octubre primaveral, la decimotercera Marcha por la Diversidad convocó en Santiago de Chile a más de 30 mil personas que demandaron la aprobación de la Ley Antidiscriminación. Un mes después, ante la votación de la ley en el calor de noviembre, líderes evangélicos se manifiestan en el Congreso. Mientras la ciudadanía en las calles clamaba por el derecho a no ser discriminada, religiosos conservadores advertían que la ley “exaltará a los homosexuales, situándolos en una categoría ciudadana superior” y alertaban a los chilenos ante el peligro de ser acusados, querellados y multados si no respetan la sexualidad de los demás.
Ahora corresponde que el proyecto sea remitido a la Cámara de Diputados, en tercer trámite, para que se pronuncie sobre los cambios introducidos por el Senado. Respetando la primera versión del proyecto, este volvió a incluir la orientación sexual e identidad de género entre los motivos de discriminación contemplados. Durante 6 años la iniciativa había permanecido en el congelador esperando esta nueva primavera. La votación en el Senado obtuvo 22 votos a favor y 13 en contra.
Kena Lorenzini, fotógrafa, psicóloga, escritora, feminista y lesbiana, participó en la marcha que este año fue “por la diversidad” y cuestionó la ausencia del apellido “sexual” en la convocatoria. Estuvo también en el Congreso apoyando a diversas organizaciones en defensa del Proyecto de Ley y la necesidad de mantener la identidad sexual y de género en el texto de la normativa.
Durante los años de la dictadura chilena trabajó como reportera gráfica de la revista Hoy. Participó en diversos proyectos fotográficos como El rostro de Chile en las Metas del Milenio, y ha realizado varias muestras individuales. Fue integrante del grupo Mujeres por la Vida, destacado en la lucha por la recuperación de la democracia. En aquellos años difíciles tampoco escondió su lesbianismo. Se define como feminista y trabaja por el respeto de la diversidad sexual.
En su labor como psicóloga discute la idea de reforzar la “autoestima” de las mujeres. Realiza, en cambio, talleres de “autonomía”, donde “yo me gobierno a mí misma y yo decido”.
Llama a sus publicaciones fotográficas y literarias libros “de memoria”. Acaba de ver la luz su libro “Diversidad Sexual, 10 años de marchas en Chile” y este año también publicó “Parejas lésbicas” (Editorial Cuarto Propio), “Tramas del sufrimiento y emergencia de nuevos imaginarios en la subjetividad femenina” y “Seca” (Ocho Libros), que muestran las experiencias de mujeres lesbianas. En su calidad de creadora artística y activista, Kena reflexiona sobre la sociedad chilena, literatura y política sexual y el la urgencia de obtener una Ley de Antidiscriminación.
Tienes casi 30 años de carrera como fotógrafa, conductora de radio, psicóloga y ahora escritora. ¿Cuál es tu retrato de la sociedad chilena y el respeto de los derechos humanos?
Somos una sociedad arrinconada por los poderes fácticos, arrinconados por estas 6 u 8 familias que son dueñas del 80% del país. Estamos arrinconados por el discurso que dice que tenemos un ingreso de 15.000 dólares per cápita pero que, al desmenuzarlo, revela una tremenda inequidad. Estamos arrinconados por la Iglesia Católica y la moral patriarcal judeocristiana. Esto nota incluso en las marchas del movimiento estudiantil, donde las feministas pugnan para que la consigna de educación laica, gratuita, de calidad, incluya “no sexista”.
A eso se suma la impunidad en este gobierno. Tenemos un Ministro de Justicia dueño de una universidad, infringiendo la ley que prohíbe el lucro en la educación. A la cabeza de la superintendencia de las instituciones de salud previsional está el ex gerente general de la aseguradora de salud privada más grande del país, quien seguramente, después del gobierno volverá a la actividad privada. Contamos con un Ministro del Interior que levantó un montaje que tuvo a personas presas ocho meses. Luego contrató al fiscal y se lo llevó al Ministerio del Interior. Es una impunidad y un negociado brutal que tienen a la sociedad arrinconada.
Acabas de presentar el libro “Diversidad Sexual, 10 años de marchas en Chile”. ¿Qué opinas del debate y la aprobación del proyecto de ley sobre discriminación en el Senado?
La ley antidiscriminación es el gran tema. Después de un áspero debate quedó consignada en la ley la identidad de género y ese es un tema fundamental. Con ley aprobada no te van a poder discriminar por tu identidad de género y eso también vale para nosotras las mujeres, que somos súper discriminadas. Pero la identidad género sirve para las trans que son aún más discriminadas. Las trans van a poder exigir que en su carné se llamen Juana, y cuando vayan a votar o buscar trabajo se llamen Francisco o viceversa, porque hay hombres y mujeres trans. Fue un paso muy importante.
Se podrá denunciar a personas que han hecho comentarios poco afortunados, como el alcalde Cristián Labbé, que dijo que una mujer homosexual tendría que pensarlo bien antes de andar en la calle. Entonces, comentarios como esos, en particular de figuras en cargos de poder, podrán ser regulados.
Lo grave es que las acciones afirmativas fueron retiradas. Eso significa que la iniciativa actuará a posteriori, o sea, si asesinan a una persona, sólo su familia podrá recibir una indemnización, una reparación en el amplio sentido de la palabra; pero es a posteriori y eso es grave.
Es grave también que el Estado no impulse campañas de sensibilización ni educación en las escuelas y colegios, que impidan la discriminación y promuevan el respeto por los derechos humanos de las personas. Estamos por continuar esa pelea educativa. Lo que se promueve hoy es el miedo, con penas que se aumentan y más años de cárcel, y no una cultura del cambio.
¿Crees que este proyecto de ley pueda ser modificado ahora que entró a esta comisión mixta en la Cámara de Diputados?
No, el proyecto ha dado una cantidad de vueltas inimaginable. Fue y volvió al Senado, lo volvieron a pedir las iglesias católica y evangélica. Las iglesias son nocivas en los temas valóricos; yo me pregunto por qué hay que escuchar en el Parlamento a las iglesias. Entiendo que se escuche a los sindicatos, a las organizaciones de mujeres, de gays, trans, travestis; pero por qué hay que escuchar a las iglesias, a mí nadie me lo ha podido explicar. Tanto que le encanta a Chile compararse con Europa y allá a la iglesia no tiene esta injerencia porque está separada del Estado de verdad. En cambio, aquí los parlamentarios de los llamados partidos progresistas no tienen la convicción para imponer su mirada.
En un sistema binominal como el que existe en el país, que es muy poco democrático y representativo, con suerte sacamos la ley que sacamos. Podría haber sido mucho peor. Es muy distinto cuando se discute una ley antidiscriminación en un sistema representativo, donde realmente se puede apreciar la diversidad de un país.
¿Cuáles son las razones de las dificultades para aprobar esta ley, que lleva más de 6 años en el Parlamento; un congreso conservador, una sociedad conservadora, arrinconada, es la Iglesia?
La nuestra es una sociedad muy mentirosa a la hora de las encuestas. Si bien todos tienen un amigo o un familiar o conocido o ven en la tele, que es gay o travesti, a la hora de una encuesta, se ponen conservadores. Hay algo falseado en las encuestas, falseado por esa cosa arribista que hay en Chile de querer parecer, más que ser. Es parecido a subirse el sueldo.
Por lo mismo, creo que la sociedad chilena no es tan castigadora ni tan discriminadora como lo son los grupos de élite que dirigen el país y que sí discriminan. Insisto, no creo que tengamos una sociedad cartucha, tenemos a una elite conservadora, consciente de instalar su ideología patriarcal.
Por otro lado, la Iglesia te ubica en una situación de pecado permanente y su poder, sobre todo para las clases con menores ingresos, es muy fuerte. Los evangélicos, por ejemplo, les dan una canasta familiar si sus integrantes están cesantes. Esto es clientelismo que después cobran. Estamos frente a una iglesia absolutamente avasalladora, que llama a los políticos, los acusa y los amenaza de excomulgarlos si no adhieren a su postura.
Este año publicaste Parejas lésbicas, Tramas del sufrimiento y emergencia de nuevos imaginarios en la subjetividad femenina y Seca, que muestran las experiencias de mujeres lesbianas. ¿Dónde están las lesbianas en Chile?
Te voy a leer el párrafo de mi útimo libro Diversidad Sexual, 10 años de marchas en Chile: “en la marcha de la diversidad sexual de 2006, las lesbianas organizadas en el bloque lésbico realizaron un frente con una identidad particular que se denominó ‘la otra marcha’, relevando sus propias demandas para, poco a poco, irse restando como lesbianas organizadas de las marchas anuales, para tener prácticamente una nula participación en la marcha del 2011.”
Mi pregunta es la misma que me estás haciendo ¿donde están las lesbianas? Cuando comenzó el debate por la ley antidiscriminación me pidieron que hiciera algo y logré reunir 15 mujeres lesbianas, todas muy interesantes, de distintos grupos. Vinieron a la primera reunión muy entusiasmadas, pero a la segunda no llegó ninguna. Es un enigma. A la gente de Fundación Iguales les pasa lo mismo: a pesar de que hay mujeres trabajando en educación, no llegaron en masa como los hombres. Erika Montecinos, creadora de la revista lésbica Rompiendo el Silencio, hizo grandes esfuerzos para mantener el medio, que finalmente se cerró.
Te reflexiono dos reflexiones. Una, durante los años 80 hubo muchos recursos para trabajar el tema del Sida, que es un tema muy fuerte en la comunidad gay, que además permitió su visibilización. Las mujeres no hemos tenido plata para organizarnos durante 30 años. Es mucho voluntarismo e invisibilización. La segunda es que las lesbianas son muy políticas y puede ser que ya estén cansadas de las marchas. Se empezaron a aburrir, hicieron otra marcha con demandas propias, porque en el fondo en una marcha lo que ve, el discurso que llega, es el cuerpo de las travestis, de los y las transexuales.
Para ellas el matrimonio no es un tema. Desde mi mirada personal, las mujeres tenemos poco patrimonio, por lo que no es una gran cuestión a debatir. Incluso para las hetersosexuales el matrimonio con la sociedad conyugal tampoco les conviene, entonces no está en la retina de las mujeres. En el caso de los hombres les interesa regular lo patrimonial, porque tienen más patrimonio y porque ocurre con relativa frecuencia que haya parejas disímiles socialmente. Para la mujer el tema es la maternidad y la filiación no está contemplada en ninguno de los proyectos. Entonces, ¿por qué tendrían que estar las lesbianas en la calle?
Tienes un libro fotográfico, Todas Íbamos a ser Reinas, que recopila la historia de la ex Presidenta Bachelet, ¿Hemos avanzado las chilenas en la participación política?
Recuerdo que el editor me preguntó si la publicación iba a ser una oda a Bachelet o un libro sobre la primera mujer Presidenta. Mi respuesta fue que era una oda a la primera mujer Presidenta. El libro es un documento visual a la primera mujer que tiene un alto cargo en el poder en nuestro país. Más allá de las críticas y opiniones desfavorables que pueda tener respecto de algunos aspectos de su gestión, como primera mujer en la más alta magistratura del país, hizo cambios notables.
Hoy día nadie deja hablar de “todos y todas”, sin embargo el actual presidente de Chile, Sebastián Piñera, que pertenece a la derecha, ya deshizo todo lo que ella impulsó. De los 22 ministros sólo 4 son mujeres, donde está incluida la ministra del Sernam, que tiene rango de servicio. Sólo hay una mujer en un ministerio fuerte, que es el de Trabajo. Esa mujer además, Evelyn Mathei, tiene un liderazgo muy masculino.
Aseguro que este registro fotográfico en 20 años será un testimonio valiosísimo, porque el país logrará entender el significado y las consecuencias de haber contado con una primera mujer Presidente. Esta publicación, al igual que todos mis libros, tienen que ver con la memoria y reconozco mi obsesión positiva con ella.
Y en el ámbito de tu trabajo literario, tu trabajo como creadora, como fotógrafa, escritora ¿cómo vinculas esta profesión con el activismo por los derechos y la no discriminación?
Creo que todo es una sola cosa. Si lees mi libro “Seca”, que son textos literarios, para mí es el inconsciente colectivo de las mujeres. No es que quiera atribuírmelo, es parte de mi propia lucha feminista, es poner aquí lo que han pasado muchas mujeres y a ellas les llega, lo sienten. Creo que es una manera de activismo porque es nuestra historia también.
Se habla de la literatura gay, literatura feminista, la literatura con apellido, ¿qué piensas al respecto?
Creo que se nota. Quien escribe está en sus libros. Evidentemente que en todos mis libros estoy yo. Eso no quiere decir que lo que está en este libro me haya pasado a mí, pero no está escribiendo un anónimo: soy yo, que soy mujer, soy lesbiana, soy de izquierda, soy fotógrafa, o sea, una persona con identidades; por lo tanto mi entidad lésbica está en este libro. De hecho quien comentó este último libro dijo: escenas hechas con cámara al hombro; o sea, se ve que soy fotógrafa en mi escritura…, entonces creo que sí, quien escribe está en el libro, no en la literalidad pero sí su identidad, su esencia.