Flavio Rapisardi es filósofo, militante político y activista de la FALGBT – Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans. Actualmente se desempeña como Coordinador de los Foros de la Sociedad Civil del INADI – Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo. Organizó en noviembre en Buenos Aires el Seminario Internacional “Derechos y Revolución”, donde se debatieron las posiciones de las izquierdas hispanoamericanas con relación al género y la diversidad sexual. Según su opinión, hoy en América Latina se ha recuperado la posibilidad de hablar de diversidad políticamente. En esta entrevista repasa la agenda de proyectos del INADI y la FALGBT y comenta la historia de la relación entre las militancias de izquierda y de la diversidad sexual.
Quienes a fines de la década del sesenta comenzaron a movilizarse por la “liberación sexual” eran también militantes de izquierda, en sentido amplio. La militancia homosexual, más adelante GLTTB, se va autonomizando para conformar el campo de los llamados “nuevos movimientos sociales”. ¿Cómo se procesa esa evolución desde el punto de vista de los partidos de izquierda?
Los primeros militantes de la diversidad sexual de “Nuestro Mundo” no eran militantes de izquierda en sentido amplio, eran militantes de izquierda en sentido estrecho. En realidad formaban parte del Partido Comunista y del Sindicato de Correos. Tenían una militancia de partido y una concepción de partido, por eso la primera experiencia de activismo de diversidad sexual en la Argentina tiene una fuerte relación con la izquierda. La homofobia en el Partido Comunista era marcada, pero ellos –que eran militantes en sentido estrecho– tenían una concepción del activismo absolutamente partidista de izquierda. Según las declaraciones de Héctor Anabitarte, “Nuestro Mundo” fue una experiencia policlacista con una centralidad de los dirigentes y de los cuadros más activistas. Yo creo que eran militantes de izquierda y que, luego sí, hubo una ampliación hacia sectores de izquierda independiente y no independiente (como en el caso de Néstor Perlonguer, que viene de la izquierda partidaria) y a otros sectores que no eran de izquierda como el grupo de cristianos gays o el grupo de profesionales gays. En los primeros textos del movimiento de diversidad sexual se puede leer la convivencia entre militancia de izquierda partidaria, militancia de izquierda amplia y luego una militancia más liberal profesionales, cristianos, etc.
Reflexionando sobre el tema de la autonomización, no sé si fue eso o sólo responder a un nuevo escenario de la lucha por los derechos. Llegados los años ochenta, en la Argentina los movimientos de los derechos humanos se presentan como un modo de activismo, con un gran retroceso de la izquierda, básicamente por toda la matanza de la dictadura. Es en ese contexto donde el activismo se articula, no como autonomización de la izquierda sino como reacomodo a nuevas condiciones. Es un escenario marcado por el retroceso de la izquierda, el surgimiento de un nuevo tipo de discurso democrático y el resurgimiento de movimientos sociales.
Entonces, esa relación con la izquierda es una especie de narrativa mitológica sobre el movimiento de diversidad sexual, que se dice revolucionaria en los setenta y respondista en los ochenta. No es ni lo uno ni lo otro; en los setenta convivían sectores de la izquierda partidaria independiente y sectores liberales reformistas y en los ochenta ocurrió exactamente lo mismo. El movimiento de diversidades sexuales es lo suficientemente complejo como para armar un esquema historicista. Apenas analizas un poco los textos y los testimonios ves que conviven muchas tendencias.
En el año 2000 se hace en San Pablo la reunión de los partidos comunistas de izquierda de América Latina, donde por primera vez se lleva [la diversidad sexual] como tema consensuado para su discusión, [propuesto por] Chile, Ecuador y Argentina. Argentina lleva la experiencia de articulación con el movimiento travesti; Chile su alianza entre el partido y grupos de gays y lesbianas; Ecuador a su vez lo toma por el lado de las reivindicaciones indígenas, ya que cada vez que se habla del tema se incluye la perspectiva de género y sexualidad.
¿Cómo se congenia la noción de sujeto que proponen los movimientos de la diversidad sexual con la construcción de sujeto político de la política tradicional?
Lo que el movimiento de diversidad sexual pone en crisis en la izquierda y que la izquierda promueve que en los movimientos de diversidad sexual sea revisado es el carácter del sujeto político, ya que la clase no tiene sexualidad y género. Esa interpelación es cruzada. En el PC la discusión se llevó al interior del partido, replanteando qué entendemos por sujeto, hasta por socialismo. Se esta haciendo un proceso de revisión del pasado; inclusive en el Seminario que hicimos en Argentina fue la propia Mariela Castro la que puso en discusión el tema de las UMAPS (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) en Cuba. Hay algo cierto: hubo discriminación, hubo represión, pero en las UMAPS no se mató gente.
¿Cuándo surgen las primeras candidaturas de la diversidad sexual?
El primer candidato de la izquierda, en sentido amplio, fue en 1987 cuando el partido Humanista incluyó en su lista a un candidato de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). En el caso particular del Partido Comunista llevó la candidatura de una compañera travesti y sumó a una compañera travesti a trabajar a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Hay ciertos sectores de izquierda que son impermeables. Los socialdemócratas lo sumaron como parte de la agenda de los derechos humanos. Dentro de lo que llamaríamos la izquierda roja hay que distinguir a los movimientos trotskistas, que siempre tuvieron una apertura al dialogo con la diversidad sexual, aunque con su discurso universalista y de la revolución no daban lugar a una articulación más allá de la enunciación.
En países como México y Brasil los movimientos homosexuales de la década de 1980 surgen muy íntimamente articulados con la organización de movimientos/partidos de izquierda que aspiraban y de hecho consiguieron cierta representación electoral. ¿En su opinión, cuales son las características del caso argentino, cuyo movimiento homosexual fue pionero hace casi 40 años, pero donde sólo muy recientemente la diversidad sexual ha entrado oficialmente en la agenda electoral? ¿Cómo compara este recorrido con el del movimiento de los derechos humanos en las décadas de 1980 y 90?
En otros países de América Latina, especialmente en México, hubo un acercamiento del movimiento social al movimiento político antes de que se produzca en Argentina. En nuestro país este proceso que comienza en 1992 y se va consolidando post reforma de la Constitución en 1994. No es reflejo sino producción de una situación.
En el caso de México se debe a una fuerte crisis del PRI y eso lo analizarán los mexicanos. Lo que sí digo es que en el caso de Argentina ocurre algo parecido, con la crisis de los partidos políticos, donde aparece la necesidad de la relación con los movimientos sociales. Ahí aparecen los mutuos prejuicios y limitaciones tanto de los partidos como de los movimientos. Esa relación entre movimiento y partido se da con la crisis de los partidos. El socialismo tiene práctica en la gestión y en la legislatura; entonces cada vez que accede abre la puerta al tema de la diversidad sexual. Pero hay que decir que los grandes partidos con posibilidad de gobernar también están marchando en ese sentido.
¿Qué significa para el INADI su inclusión, la de María Rachid y de otras y otros activistas GLTTB al organismo? ¿Qué tipo de trabajo desempeñan?
Nuestro involucramiento en el INADI es anterior, ya que participamos en el diseño del Plan Nacional contra la Discriminación, sobretodo en el apartado sobre discriminación sexual. La gestión a cargo de María José Lubertino decide convocar a cuadros del movimiento feminista y de la diversidad sexual. Nuestra inserción esta vinculada al logro de los objetivos delineados en el plan contra la discriminación. El Plan Nacional incluye matrimonio, aborto, obra social, ley de identidad de género. Nuestra inserción entonces es como cuadros de la sociedad civil para el monitoreo y aplicación del Plan.
¿Con qué obstáculos se han encontrado?
Obviamente se han generado muchas resistencias desde las burocracias estatales y desde otros órganos del Estado. El día que nos digan que nos tenemos que callar la boca nos iremos.
¿Qué significa para el movimiento GLTTB este giro en el accionar del organismo? ¿Cómo ven los activistas su inclusión en un organismo del Estado?
Hay un nuevo escenario en Argentina, el Plan marcó un antes y un después, hay muchas resistencias en el propio Estado y en el movimiento. Hay un nuevo escenario de discusión de la diversidad sexual en la Argentina y esto produce resistencia de muchos sectores del Estado y de la sociedad civil. El movimiento de diversidad sexual es amplio y hemos encontrado voces a favor y voces en contra. Hay un sector que cree que hay que dialogar con el Estado. El movimiento tiene diferentes opiniones; esta es la apuesta de un sector y que algunos comparten, es parte del debate.
¿Cuál es el origen de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans –FALGBT? Existen antecedentes internacionales, como la Federación española y la Asociación brasileña con nombres similares. ¿Qué se intenta rescatar de otras experiencias nacionales?
El antecedente fue España. Nosotros vimos que en el caso español había una federación amplia que incluía desde el bloque alternativo de diversidad sexual, que son los grupos de izquierda, hasta colectivos de organizaciones no gubernamentales y Transexualia. Al comienzo fue muy complicado porque había que juntar organizaciones que históricamente habían trabajado por su lado con concepciones muy distintas. Llegamos a la conclusión de que se podían hacer acuerdos sobre puntos mínimos y luego podríamos tener todas las diferencias del mundo. Hoy la federación ya tiene 25 grupos trabajando a nivel nacional y se está convirtiendo en referente, especialmente para organizaciones de las provincias que necesitan material, que necesitan incidencia. En las organizaciones de Buenos Aires produjo un reacomodamiento de las organizaciones del movimiento. Lo interesante es que se van a sumar nuevos grupos desde el lado de la política, como la diversidad sexual del Partido Afirmación para una República Igualitaria (ARI), el grupo “Putos Peronistas” de provincia de Buenos Aires y otros que ya ingresaron, como el Partido Socialista, el Partido Comunista y sectores identificados con algún sector del trotskismo. Hay que rescatar que por primera vez se da en Argentina una experiencia política, un proceso de dialogo donde también se habla de política, del Estado y donde se ha tomado una actitud política.
Los procesos de federación se están produciendo en Chile, Perú, Paraguay y Bolivia donde se organizó el encuentro de diversidad sexual con la participación de cuarenta grupos de todo el país que incluyó la participación de grupos indígenas gays como “Colectivo Diversencia”. Es un proceso que se está dando en toda América Latina donde la política esta recobrando un campo que antes no tenía y es en la política donde nosotros conseguimos hacer acuerdos. En los ´90 los lugares que nos dejaron a los movimientos para hacer acuerdos eran los de la administración. Los organismos multilaterales y el Estado nos financiaban para hacer proyectos, para hacer política. La diferencia es que ahora es el Estado el que esta haciendo política y en consecuencia no vemos otro espacio que no sea la política y es ahí donde se producen las federaciones.
¿Qué planes tienen el INADI y la Federación para 2008? ¿Cuáles son los temas urgentes?
En primer lugar nuestra intención es consolidar un modelo de gestión del Instituto que hasta ahora no había tenido, que le ha dado visibilidad y dinamismo. El modelo es cogestionar junto con las organizaciones sociales. Está incidencia de las organizaciones sociales dentro del INADI permitió generar actividades muy interesantes como el “Mes de la cultura Afro”, el primer encuentro sobre diversidad sexual, etnia y género, con afro descendientes y el movimiento LGBT de Uruguay y Argentina, que en el 2008 se realizará en Montevideo e incluirá a Brasil.
Este año involucramos a las organizaciones en las planificaciones estratégicas y en el modelo de presupuesto participativo del INADI. Por primera vez las organizaciones no sólo han pedido recursos en un proyecto de transferencia técnica sino que a partir de los foros hacen política pública. Fue muy complejo porque el movimiento viene de una dialéctica de reclamo al Estado, pero nos dio satisfacciones y queremos reproducir esta metodología con todos los grupos discriminados: los foros de personas con discapacidad, los de ex soldados, los de diversidad sexual. Ellos se reunieron y propusieron un plan de acción para su temática. La intención es que esos planes se puedan llevar adelante en el 2008.
Estamos impulsando una federalización administrativa del INADI ya que hasta ahora está federalizado por una decisión administrativa de la Presidenta y no por ley. Entonces impulsamos la ley y la creación de un Consejo Federal Contra la Discriminación. En caso de que esa ley se apruebe hay que renovar y se van a concursar todos los cargos.
Como Federación creemos que es el año para tres leyes: la ley de identidad de género, la ley de parejas y los códigos contravencionales. Nos hemos reunido con el Ministerio del Interior y tenemos el compromiso de que van a derogar al menos los artículos discriminatorios de las 13 provincias que tienen códigos contravencionales represivos.
Pensamos que hay suficiente quórum para la aprobación de la ley de identidad presentada en la Cámara Diputados y de una ley de parejas; que si no se hace por vía legislativa se hará por vía jurídica, ya que nosotros tenemos presentado dos pedidos de inconstitucionalidad y la Corte Suprema adelantó que va a sostener que se está vulnerando un derecho y por tanto hay que legislar en la materia. Ahí se daría un tiempo para que el Congreso de la Nación lo haga, o de lo contrario, fallaría la Corte.
Este es el año de poder derogar los códigos contravencionales, de una ley de identidad y de una ley de parejas y el año próximo repensaremos la agenda en función de estos logros. Internamente el desafío de la Federación es la consolidación a nivel nacional. Hasta ahora la componen 25 organizaciones, pero en algunas provincias todavía no hay representación.
Tanto desde el INADI como desde la Federación están promoviendo redes de investigadores sobre el tema, ¿cuál es el potencial de las mismas?
La red de investigadores del INADI busca promover la conformación de redes temáticas de investigadores en distintas universidades del país, que se aboquen a ciertos temas de la discriminación. Hay que investigar en torno a políticas públicas, ya que los grandes debates teóricos son importantes en relación a éstas, pero esta iniciativa no viene a suplantar a la universidad. La red va a trabajar virtualmente y para eso es necesario investigar regionalmente sobre ciertas temáticas de discriminación.
¿Cuál es el saldo de sus experiencias a cargo del Área Queer y en diversas instituciones de enseñanza e investigación? ¿Qué continuidad tiene esa labor actualmente?
Como Área Queer y como movimiento somos un grupo de docentes de la universidad que no queremos crear un área sino que aprovechamos los espacios en las universidades en que cada uno está insertado. La idea es politizar e incluir el tema como una instancia más de investigación. Ya hemos creado un proyecto de investigación y transferencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y en la Universidad de La Plata lanzamos un observatorio sobre homolesbotransfobia en medios de comunicación.
El Área Queer, a su vez, se sumó a la Federación como parte de la Secretaría de Investigación que, conjuntamente con la Universidad Complutense de Madrid, está ejecutando el proyecto “Red de investigadores del MERCOSUR”, que involucra a activistas/investigadores de Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina, Bolivia y Chile. En esta Secretaría se decidió también hacer un informe comparado de política pública y discriminatoria en la región para ser presentado a las autoridades del MERCOSUR y países asociados. Durante el 2008 vamos a continuar en la producción del informe de investigación, convocar un congreso en julio de 2008 y, por último, promover una red latinoamericana de investigadores/activistas en diversidad sexual. Nuestra intención como Área es producir sinergias entre las federaciones de los países y grupos de investigadores que están en las universidades y que participan activamente en las federaciones. Para el año que viene tenemos pensado un seminario de Doctorado y Maestría sobre medios y diversidad sexual.