La media sanción que obtuvo el proyecto de ley que permite la ligadura de trompas y la vasectomía es un paso adelante en una agenda de género que parece marcarse al calor de medidas de un Ejecutivo oscilante. La ley para incluir la educación sexual en las escuelas sigue pendiente y la reforma del Código Penal, que despenalizaría en parte el aborto, es a la vez un avance y un retroceso en una práctica tan cotidiana como negada socialmente.
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