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ALIANZAS POSIBLES

Se ha transformado en lugar común el supuesto de que toda convicción religiosa representa un obstáculo para el avance de los derechos sexuales y reproductivos, que las iglesias son por definición hostiles a la autonomía y la diversidad y que, en resumen, la fe es incompatible con la libertad sexual. Numerosos ejemplos históricos y contemporáneos de alianzas posibles y necesarias entre activismo sexual y actores religiosos cuestionan esa perspectiva y permiten elaborar nuevas formas de pensar la relación entre religión, política y derechos sexuales y reproductivos. El más reciente en Argentina fue el proceso de articulación entre organizaciones LGBT e iglesias en torno al matrimonio igualitario en Argentina en 2010. Una nueva oportunidad se presenta hoy, cuando debe comenzar en el Congreso Nacional el debate de la reforma legislativa en torno del aborto.

Con la idea de dinamizar la discusión del rol de actores religiosos en los debates e iniciativas en el campo de los derechos sexuales y reproductivos, tuvo lugar en Buenos Aires el 14 de octubre el Seminario “Religiones, Matrimonio Igualitario y Aborto, organizado por el Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES – Instituto Gino Germani – Universidad de Buenos Aires), Católicas por el Derecho a Decidir Argentina (CDD) y el Instituto Hemisférico de Performance y Política (Universidad de Nueva York). Con base en la experiencia de la exitosa movilización por el Matrimonio igualitario en 2010, el seminario propuso indagar el papel de “la alianza con y entre actores religiosos por los derechos sexuales y reproductivos en el debate por la legalización del aborto en la Argentina”.

Reflejo del alcance plural de la alianza promovida, el seminario convocó militantes de movimientos de mujeres y de la diversidad sexual, creyentes y autoridades religiosas, legisladoras, políticos/as y académicos/as comprometidos con los derechos sexuales y reproductivos. El evento, apoyado por la Delegación de la Unión Europea en la República Argentina (UE) y el Instituto Henry Luce, reunió en el Instituto Universitario ISEDET a panelistas nacionales e internacionales y un público de cerca de 100 participantes de distintas provincias del país.

La experiencia del matrimonio igualitario

Un disparador del trabajo del seminario fue el debate sobre matrimonio igualitario en Argentina. En torno del mismo, la primera mesa del seminario analizó el papel desempeñado por sectores religiosos en la conformación de una mirada plural en torno a los debates sobre religión y derechos sexuales y reproductivos.

Voces de diversas vertientes cristianas ponderaron el abordaje de las religiones como un universo dinámico, donde conviven dogmas y visiones alternativas. Alan Eldrid, Presidente de la Iglesia Evangélica Luterana Unida, instó a pensar la aprobación de la ley de matrimonio igualitario como un “acto de Dios”. Para el pastor evangélico, el aporte de las iglesias al debate mostró las diversas miradas sociales que alberga el campo religioso, lejos de constituir una sola posición hegemónica.

Nicolás Alessio es uno de los sacerdotes católicos que fueran suspendidos por el Arzobispado de Córdoba por su posición pública a favor del matrimonio igualitario. Para el religioso este debate permitió romper el frente monolítico que intenta proyectar la Iglesia Católica en temáticas de sexualidad. El clérigo bendijo el matrimonio igualitario en tanto para él, desde una perspectiva religiosa, la homosexualidad es “una bendición de la naturaleza, en tanto la pluraliza”.

Tendiendo un puente entre esta discusión y la legalización del aborto, Roberto González, Secretario de Diversidad Religiosa de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), analizó las alianzas entre organizaciones LGBT e iglesias a favor de los derechos de las parejas del mismo sexo. Destacó la importancia de haber mostrado “otras perspectivas de la fe”, ya que las primeras voces religiosas que se pronunciaron sobre el tema parecían haberle declarado una “guerra santa”. Para González es posible retomar la experiencia de estas alianzas en el debate actual sobre la despenalización del aborto.

La reflexión desarrollada por los panelistas habla de las posibilidades de transformación de las instituciones, sean estas civiles o religiosas, a la luz de reivindicaciones sociales. Para Renata Hiller investigadora del GES comentarista de la mesa, el debate en torno al matrimonio reveló que “es posible pensar las instituciones de otra manera” e incentivó a las/os asistentes a participar activamente en los debates actuales sobre despenalización del aborto y democracia.

Hacia un Aborto Legal: repensando las alianzas

En la discusión sobre la legalización del aborto, a la cual fue dedicada la segunda mesa del seminario, los/as panelistas propusieron un desplazamiento de un abordaje punitivo que lo considera apenas como un comportamiento antijurídico, a pensarlo fundamentalmente como problema de salud pública y de equidad social. Considerando particularmente la incidencia de la situación socioeconómica de las mujeres en la decisión de abortar, se planteó que la legislación sobre el aborto debe ser una medida que permita atender necesidades de las mujeres, en lugar de ser un instrumento para criminalizarlas.

Maria Teresa Bosio, integrante de Católicas por el Derecho a Decidir Argentina, se refirió al alto porcentaje de embarazos no deseados que tiene lugar en contextos de pobreza, desinformación y abuso sexual, así como a las precarias condiciones en las que abortan mujeres de escasos recursos. Explorando abordajes religiosos alternativos ante tal panorama de inequidad, la panelista se refirió a situaciones en que el aborto puede ser considerado legal o legítimo con fundamento en el Código Canónico. La ley interna de la Iglesia Católica contempla situaciones concretas que pueden eximir o atenuar las penas por infringir una ley o precepto, en este caso el aborto, que van más allá de las reconocidas por la legislación penal argentina. Entre estas situaciones, analizadas en el libro El Código del Derecho Canónico y el Aborto (2010), de CDD Argentina, se cuentan: ser menor de dieciséis años; el hecho ser efecto de violencia o caso fortuito que no pudo preverse; haber actuado coaccionado/a, por miedo grave o en legítima defensa contra una agresión injusta; carencia de uso de razón, entre otras.

Frank de Nully Brown, Obispo de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina, señaló en el mismo sentido que el aborto “no es una opción, sino una situación” en la que las mujeres se encuentran, por razones que suelen estar relacionadas con la escasez de recursos para sostener un hijo. Brown convocó a retomar el discurso pastoral de la defensa de la vida en los debates a favor de la despenalización y legalización del aborto. “Defender esta ley tiene que ver con nuestro deseo de defender la vida. Queremos la despenalización del aborto porque queremos la vida digna de las mujeres argentinas”, alegó.

También para la diputada nacional por la provincia de Córdoba Cecilia Merchán, la penalización del aborto es un “problema de derechos humanos y de inequidad social”. Merchán se mostró optimista ante el amplio consenso social e institucional con que cuenta el proyecto de ley para su discusión en el Congreso Nacional, aunque llamó la atención sobre una rearticulación por parte de sectores religiosos que se oponen a la legalización del aborto. Sobre este punto, Luciana Peker, periodista de Página 12, advirtió la transformación en la forma como estos actores articulan públicamente sus discursos, ya no con argumentos religiosos sino científicos y bioéticos.

Diana Maffia, legisladora de la Ciudad de Buenos Aires, comentarista de la mesa, analizó las transformaciones del propio pensamiento de la Iglesia Católica frente al aborto. Según la filósofa, la idea de que la vida humana comienza con la concepción es relativamente reciente. Anteriormente regía la tesis de Santo Tomás de Aquino, para quien la vida humana comenzaba 40 días después de la concepción en el caso de los hombres y 90 en el de las mujeres. En la actualidad la Iglesia Católica considera el aborto como un conflicto moral. Para el dogma cristiano, en última instancia, es la mujer quien, haciendo ejercicio de su libertad de conciencia, “debe tomar la decisión de resolver ese conflicto moral”, puntualizó.

Religión y política: otras relaciones

El seminario ahondó en la complejidad de las relaciones entre religión y política en materia de legislación sobre derechos sexuales y reproductivos. En el debate participó Ann Pellegrini, investigadora del Instituto Hemisférico de Performance y Política de la Universidad de Nueva York. Pellegrini discutió el supuesto de que el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo conlleve automáticamente avances en equidad de género y en la deconstrucción de las diferencias sexuales. Para la autora de Love the Sin: Sexual Regulation and the Limits of Religious Tolerante (2003), la institucionalización del matrimonio homosexual excluye del plano legal otras formas de relación afectivas. Pellegrini ligó ese giro con la conexión entre la aceptación del matrimonio de parejas del mismo sexo por parte de sectores de jóvenes norteamericanos evangélicos y católicos y la fuerte oposición a la legalización del aborto. Cuando los discursos a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo equiparan esta unión con responsabilidad y madurez psicológica, como muchos activistas lo han hecho, se promueve la idea de que aquellos que no se casan son infantiles e incluso peligrosamente irresponsables, comentó.

La heterogeneidad de posiciones religiosas frente a la agenda de los movimientos LGBT fue uno de los aspectos destacados por María das Dores Campos Machado, docente de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro. La socióloga brasileña expuso los resultados de su investigación sobre percepciones y actitudes de sectores religiosos respecto a reivindicaciones de grupos LGBT en el Brasil, como el actual proyecto de ley que penaliza la homofobia, el reconocimiento de la unión civil entre personas del mismo sexo, la adopción y el uso de técnicas de reproducción artificial en hogares homoparentales y las cirugías de “adaptación” de sexo en personas trans. Los grupos religiosos más favorables a los derechos sexuales son los afrobrasileños, que incluso han apoyado las demandas de estos nuevos sujetos; mientras que los judíos y pentecostales constituyen el sector más reaccionario. Esta diversidad, concluyó, puede ser capitalizada por los movimientos LGBT en la conformación de alianzas.

Al abordar la religión mayoritaria entre la población argentina, el sociólogo Juan Marco Vaggione señaló que existen múltiples conceptualizaciones sobre lo católico, cuyas consecuencias teóricas y prácticas en el campo de la pluralidad religiosa merecen ser estudiadas. Para el investigador, la discusión parlamentaria de 2010 sobre el matrimonio igualitario mostró “una inversión en las formas en que las voces católicas se expusieron en el espacio parlamentario”, debido a la entrada de católicas y católicos disidentes en la arena política, que defendían los derechos sexuales y reproductivos. Para Vaggione, el ingreso de los derechos sexuales y reproductivos en las agendas políticas estaría produciendo un proceso de repolitización de las religiones. Este proceso ha conllevado una nueva forma de vinculación entre religión y política, que obliga a repensar teorías tradicionales sobre laicidad y secularización, explicó.

El seminario propició un encuentro entre actores de los campos académico, religioso y político, ampliando así la posibilidad de una alianza por los derechos sexuales y reproductivos. Daniel Jones, miembro del GES/IGG/UBA y uno de los organizadores del Seminario, señaló que este representa “una gran apuesta, que es romper con el sentido común de que las religiones son por definición conservadoras y sólo pueden obstruir los derechos sexuales y reproductivos”. Para Jones y para un sector importante de las comunidades religiosas, no es “a pesar de nuestras creencias religiosas, sino por ellas, que impulsamos derechos como el matrimonio igualitario o la legalización del aborto”.

Colaboraron Angélica Peñas Defago, Santiago Cunial y Ana Laura Azparren Almeira

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