El 11° Congreso Mundial de Salud Pública organizado por la Asociación Brasileña de Postgrado en Salud Colectiva – ABRASCO, realizado en Río de Janeiro del 21 al 25 de agosto, fue escenario de debates en torno a las políticas públicas de salud y la construcción de agendas con relación a las temáticas de aborto, sexualidad, maternidad y salud reproductiva. Dentro de este marco fueron presentados diversos trabajos de investigadoras latino-americanas que trajeron a colación las visiones que sobre la materia imperan en la región.
Una temática debatida durante el congreso fue la imbricación entre salud reproductiva, sexualidad y juventud, donde se destacaron los trabajos de Mara Viveros y Andrea Martínez. Mara Viveros profesora de antropología de la Universidad Nacional de Colombia, UNAL – Bogotá, participó del panel “Intervención social y salud juvenil” en el cual expuso su artículo Políticas de sexualidad juvenil y diferencias étnico-raciales en Colombia: reflexiones a partir de un estudio de caso . El trabajo revela las formas de vigilancia que los programas de salud reproductiva ejercen sobre la sexualidad juvenil en su país. Según Viveros, estos programas, destinados a brindar información sobre administración y protección de la salud, control de la reproducción y estilos de vida, tienden a inculcar en los jóvenes dispositivos de seguridad para el autocontrol de los cuerpos, que “definen, perciben y regulan las representaciones y los comportamientos relacionados con la sexualidad de los y las jóvenes”. De este modo, las acciones educativas así realizadas “producen un tipo particular de subjetividad juvenil. No tanto la de la joven y el joven [como] ciudadanos, sujetos de derechos sexuales y reproductivos particulares sino la de las y los jóvenes adecuados a las normas colectivas en materia de sexualidad y usuarios potenciales de los servicios de salud.” Esta política “deja poco espacio a la sexualidad como una experiencia positiva para los jóvenes y generadora de placer. Pese al enunciado de la importancia de ejercer una sexualidad en forma libre y satisfactoria, se sigue haciendo un mayor énfasis en su control que en su conocimiento o disfrute.”
A su vez, Andrea Martínez profesora asociada del Institut d´Études des Femmes de la Universidad de Ottawa presentó en la mesa de “Juventud, sexualidad y reproducción” su trabajo titulado La educación sexual en Canadá y Chile: empoderamiento o control social de los adolescentes? Este informe muestra un análisis comparativo sobre las estrategias educativas en torno a la cuestión de la salud sexual y reproductiva orientadas a los jóvenes de ambos países. Para ello tiene en cuenta el tratamiento que se da a las variables de equidad de género, equidad de raza-etnia, percepción de factores de riesgo, visión positiva de las identidades sexuales múltiples, abstinencia, anticoncepción y aborto en los cursos de educación sexual de escuelas laicas y confesionales. Es posible visualizar las agendas que cada país pretende instalar con relación a las políticas de salud sexual y reproductiva. La autora resalta una paradoja centrada en los enfoques pedagógicos otorgados a la materia en los países investigados. Por más que en Canadá el contenido de la información que llega a los jóvenes intente “incorporar un modelo más complejo de relaciones de poder en Salud sexual y reproductiva (voluntad de superar la subordinación de género y reflejar valores canadienses de diversidad) y en Chile favorezca un “modelo tradicional hegemónico y patriarcal”, ambos países tienden a privilegiar comportamientos preventivos y de autocontrol, favoreciendo la abstinencia prematrimonial, y a objetar las prácticas homosexuales, “invisibilizando orientaciones sexuales y diferencias de clase”.
Estas propensiones tienen un correlato con los programas que Mara Viveros analiza en Colombia, ya que ambas autoras destacan la falta de políticas educativas que valoren el erotismo, el placer y los derechos sexuales y el reconocimiento de una multiplicidad de subjetividades como prácticas positivas. En palabras de la investigadora colombiana “se trata de generar las condiciones para que las y los jóvenes puedan construirse como sujetos de sus conductas morales y hacer uso de los placeres al servicio de su estilización y no de su codificación”.
Desde Argentina, Mariana Romero, investigadora del Centro de Estudios de Estado y Sociedad, CEDES, trajo al Congreso dos trabajos que, desde aspectos diferentes, convergen en una misma demanda. Mortalidad materna en Argentina: diagnóstico para la reorientación de políticas y programas de salud y La Calidad de la Atención en las Complicaciones de Abortos: Un Desafío para la Salud Pública y los Derechos Humanos, ponencias presentadas respectivamente en las mesas de “Mortalidad materna” y de “Aborto, cualidad de atención y desigualdad social”, exponen falencias en la atención que reciben las pacientes que se presentan a los hospitales públicos en busca de asistencia gineco-obstétrica. Según la investigadora y con base en los resultados de un proyecto realizado en un hospital público de la ciudad de Buenos Aires para mejorar la calidad de la atención que reciben las mujeres que ingresan por complicaciones de aborto, es necesario capacitar a los equipos de salud en materia de tratamiento de esta situación puntual. El estudio mostró serias deficiencias en la atención general y en particular para las mujeres que fueron internadas con este cuadro. El aborto aparece en los datos presentados por Romero como la principal causa de muerte materna en Argentina y el segundo de internación gineco-obstétrica. A este respecto, la autora considera necesario redefinir las estrategias de la red asistencial de salud tendientes a fortalecer acciones en la prevención de embarazos no deseados, aumentar la conciencia colectiva sobre las causas de mortalidad materna y formular recomendaciones para mejorar las políticas sanitarias y extrasectoriales en salud reproductiva orientadas a la reducción de la mortalidad materna.