CLAM – Centro Latino-Americano em Sexualidade e Direitos Humanos

Combater os fundamentalismos

El llamado fundamentalismo, atribuido inicialmente a algunos movimientos religiosos, se reproduce ahora en los ámbitos político, económico y cultural, coincidieron en señalar las participantes en el XI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, que se llevó a cabo del 16 al 20 de marzo en la ciudad de México. Las participantes concluyeron que “el fundamentalismo es un mecanismo eficiente para preservar el patriarcado”, y que su existencia es posible gracias a las mentes acostumbradas a la existencia de una verdad única.

Los pensamientos únicos, como imposición al resto de la sociedad, fueron el principal tema de debate del encuentro, que analizó su influencia social pero también dentro de las propias organizaciones feministas. En los grupos de trabajo surgieron críticas a la sectarización del movimiento.

De esta forma, las negras, las jóvenes, las indígenas, las transexuales y las trabajadoras sexuales denunciaron limitaciones a su integración a la militancia feminista, derivadas del ejercicio desigual del poder de unos grupos sobre otros.

Por su parte, las feministas denominadas “autónomas”, quienes se caracterizan por rechazar al sistema social patriarcal y sus instituciones, señalaron los riesgos que implica la vinculación del movimiento con instancias tanto estatales como internacionales. El discurso de equidad de género, sostuvieron, es una falacia que ha obligado al movimiento feminista a flexibilizar su agenda; hecho considerado “lamentable” por este sector que defiende la radicalidad del feminismo.

El grupo de las llamadas feministas conocidas como “institucionales”, a su vez, defendió las alianzas que el movimiento puede alcanzar al abrirse a otros sectores sociales –como las agencias del Estado– y a otras luchas –como la de la diversidad sexual, la de las personas transgénero y el movimiento amplio de mujeres, es decir, las mujeres no feministas.

No obstante las diferencias y la invitación a la autocrítica, también surgieron coincidencias. Se subrayó, por ejemplo, la importancia de retomar el tema de la salud materna y el aborto legal como banderas específicas, sin permitir que se pierdan entre el conjunto de los derechos sexuales y reproductivos.

En otro punto, aunque la batalla cultural “está ganada”, dijo la escritora mexicana Sabina Berman, todavía falta mucho por hacer para que los derechos de las mujeres sean respetados en la práctica y no sólo en el discurso. La democracia que se vive en la actualidad no es real. “Democracia significa que el 50% del poder esté en manos de las mujeres; lo demás son componendas intelectualizadas”, afirmó.

Para Berman, las feministas de hoy son “demasiado amables” con los fundamentalismos; es necesario que asuman que el feminismo se ha vuelto un movimiento que incluye la diversidad sexual, al ser una lucha para desarmar el género como motivo de opresión.

Mujeres transexuales, por primera vez en el encuentro

Uno de los más sonados debates en el Encuentro Feminista fue la participación, por primera vez, de mujeres transexuales. Si bien la discusión ya había aparecido, de manera informal, desde el inicio del encuentro, detonó cuando activistas transexuales denunciaron en un comunicado haber sido discriminadas y recibido agresiones verbales por parte del sector de las feministas autónomas.

El comité impulsor del evento convocó a una conferencia de prensa con Gloria Careaga, como representante del propio comité; Tatiana Sepúlveda, presidenta de la organización Transgéneras por el Cambio (Chile), y Sharloth Pérez, del Consorcio de la Diversidad Sexual (Nicaragua). Las dos últimas, transexuales, señalaron que desde el inicio del encuentro recibieron insultos de algunas de las asistentes.

Careaga subrayó que es la primera vez que un encuentro feminista permite la entrada a mujeres trans y que tal decisión se tomó, luego de una discusión, en la sesión de cierre del X Encuentro, celebrado en Brasil en 2005. Reconoció que el debate del tema “podría tomarnos mucho tiempo”, pero dejó claro que “como movimiento feminista, no podemos discriminar a ninguna persona por ninguna condición”.

Luego de la conferencia de prensa, el programa radiofónico feminista “Debates fundamentales” convocó a un encuentro posterior con las autónomas, donde algunas integrantes de esta ala ideológica reclamaron que no se les permitiera la entrada a la conferencia de prensa. Denunciaron que la participación de mujeres trans no se decidió en Brasil por consenso, sino que se llamó a votación, método nunca utilizado en los encuentros feministas. Otra actitud inusual, dijeron, fue que el comité impulsor convocara a una conferencia de prensa y se prestara a montar lo que llamaron un show mediático, el cual “forma parte del neoliberalismo”.

Los argumentos para limitar a las mujeres trans, aseveraron, no son biologicistas. Se trata de defender la deconstrucción que las feministas han hecho de sus cuerpos, “nombrados y definidos por lo que ha impuesto el sistema patriarcal”, a lo largo de la historia del movimiento, durante la cual “no hemos logrado saber qué es exactamente ser mujeres, y ahora nos dicen que (las trans) sí lo saben y son mujeres por el sólo hecho de sentirse así”.

Las asistentes rechazaron tener una actitud fundamentalista –como señalaron algunos sectores– y defendieron su deslinde de las mujeres trans al concluir que “se trata de un movimiento social, de una identidad política diferente a la feminista”.

El mismo día que se dio a conocer este conflicto, la misma Tatiana Sepúlveda se disculpó con sus compañeras trans y con el Encuentro Feminista por haber “caído en el juego de la provocación” al convocar a una conferencia de prensa, pero sostuvo las acusaciones de discriminación.

Balance y propuestas Debatir las diferencias internas, incorporar a poblaciones minoritarias y regresar al trabajo comunitario de base fueron algunos de los retos que identificaron las asistentes al cierre del evento cuya próxima edición se llevará a cabo en Colombia, en 2011, celebrando 30 años desde que ese país organizó el primer encuentro de este tipo.

Las participantes concluyeron que “el fundamentalismo es un mecanismo eficiente para preservar el patriarcado”, y que su existencia es posible gracias a las mentes acostumbradas a la existencia de una verdad única.

Entre las conclusiones generales del encuentro, destacan la necesidad de encontrar formas de acción equiparables en fuerza a las de los fundamentalismos y jerarquizar los frentes de batalla que el feminismo debe atender. Es importante también integrar las demandas de clase, de etnia y de género a la agenda, e identificar tareas específicas donde se puede colaborar con otros movimientos sociales.

Como principales temas que requieren debate al interior del colectivo, aparecieron la tensión entre las feministas autónomas y las institucionales y entre quienes se pronuncian a favor y en contra de la participación de los hombres en el movimiento. Ante el hecho de que las agencias financiadoras (Fundación Rosa Luxemburgo, UNIFEM, Mamacash y la Agencia Española de Cooperación Internacional, entre otros) aportaron más de 9 millones de pesos mexicanos –unos 760 mil dólares- para el encuentro, se propuso revisar si los mecanismos de obtención de recursos ponen en riesgo la autonomía del movimiento feminista.

Diversos sectores de mujeres feministas plantearon demandas específicas para los próximos eventos.

Las mujeres indígenas denunciaron que, en la estructura social actual, sólo son objeto de investigación y no son reconocidas como interlocutoras para los encuentros feministas, por lo que exigieron ser incluidas en la organización de próximos eventos. Las mujeres negras y afrodescendientes reclamaron que no se respetara el acuerdo emanado del X Encuentro Feminista, el cual estipulaba que el racismo sería parte de todas las discusiones futuras.

Lesbianas y bisexuales invitaron a otras a “salir del closet” y a “lesbianizar el feminismo”, entendiéndolo como la posibilidad de “amarnos las unas a las otras”. La heterosexualidad, dijeron, tiene que ser sólo una opción, no una obligación, y se pronunciaron por la inclusión de las mujeres transexuales en el movimiento feminista.

Las integrantes de la población trans reivindicaron su lucha contra el sistema patriarcal y se proclamaron feministas “desde la diferencia, pero también desde la igualdad”. Rechazaron todos los fundamentalismos, “aún los presentes en el feminismo”, los cuales “sostienen el biologicismo como destino” y las excluyen.

Las trabajadoras sexuales también dijeron haber sido insultadas por asistentes al encuentro. Reivindicaron el trabajo sexual como un derecho, afirmando que “con nuestros cuerpos les dimos a nuestros hijos la posibilidad de estudiar y de elegir. Si eso no es ser feminista, ¿entonces qué es?”

En contraste, la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina llamó a “destruir el neopatriarcado” a través del combate a las nuevas formas de esclavitud como la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual o laboral. La Coalición no considera a la prostitución como una forma de trabajo mientras los Estados no propicien condiciones sociales, económicas y políticas que garanticen oportunidades para las mujeres.

Las jóvenes feministas presentes, por su parte, denunciaron que el encuentro limitó su participación en diferentes formas, desde relegar su presencia en las sesiones plenarias hasta intercambiar su trabajo como voluntarias por la asistencia al encuentro. Asimismo, rechazaron la “institucionalización del género” y llamaron a romper la construcción dual de “buenas y malas” dentro del movimiento.

Las periodistas feministas pidieron a sus correligionarias que adopten como bandera la lucha por la libertad de expresión, pues en el contexto de violencia que se vive en varios países de América Latina, las trabajadoras de los medios de comunicación se vuelven el punto más vulnerable de una lucha en la que participan tanto el crimen organizado como los gobiernos. Asimismo, reivindicaron su lucha contra el patriarcado desde los espacios de comunicación.

Por su parte, las trabajadoras del hogar convocaron a las feministas a unirse por el reconocimiento del trabajo doméstico, remunerado o no.

Finalmente, entre las conclusiones generales del encuentro, se recalcó la necesidad de encontrar formas de acción equiparables en fuerza a las de los fundamentalismos y jerarquizar los frentes de batalla que el feminismo debe atender. Es importante también integrar las demandas de clase, de etnia y de género a la agenda e identificar tareas específicas donde se puede colaborar con otros movimientos sociales.