Está disponible para descarga Derechos, Política, Violencia y Diversidad Sexual. Segunda Encuesta. Marcha de la Diversidad Sexual. Santiago de Chile 2011. El volumen presenta los resultados de la investigación realizada por la Universidad Católica del Norte (UCN) y el Movimiento por la Diversidad Sexual (MUMS) con el apoyo del CLAM, que indagó en 343 participantes a este evento las formas de violencia y discriminación a las cuales están expuestas las personas LGBT.
Al igual que en otras ciudades de la región en las que el CLAM junto a otros centros de investigación y grupos activistas ha llevado a cabo este estudio, las percepciones de discriminación y victimización son muy altas, especialmente en población trans, señala Jaime Barrientos (UCN), integrante del equipo coordinador. El 77.8% de las personas LGBT entrevistadas reportó haber sido agredida por causa de su orientación sexual o identidad de género, siendo las modalidades más recurrentes las burlas, los insultos y las amenazas.
Estos datos guardan estrecha semejanza con las modalidades y niveles reportados en la encuesta de 2007, cuando se registró 69.1% de personas LGBT victimizadas. No obstante, en esa oportunidad no se indagaron otras agresiones consideradas en esta edición. Esta permanencia evidencia pocas transformaciones en materia de vulneraciones a los derechos de las personas LGBT en los últimos 4 años.
De acuerdo con el estudio, los contextos en los cuales las personas han sido más discriminadas son el religioso (45%), el educativo (44%) y el familiar (41,4%). Esto podría explicar, en el primer caso, la alta desafiliación religiosa reportada por el 67,8% de los encuestados, quienes, al preguntárseles por su religión actual, manifestaron no profesar ninguna, ser ateos o agnósticos, frente a un 20.7% que se afilia al catolicismo. Estos datos señalan una marcada diferencia respecto a la información del censo de 2002, según el cual 70% de los chilenos mayores de 15 años se declara católico, apunta el estudio.
La investigación coordinada por Barrientos (UCN), José Luis Díaz (MUMS) y Fernando Muñoz (MUMS) aborda en líneas generales los mismos aspectos de la Primera Encuesta, aunque incorpora una novedad respecto a ésta y sus pares regionales, al indagar sobre modalidades de atención psicológica recibida por las y los participantes.
Frente a la pregunta “¿A quién o quiénes le/s has contado que eres gay, lesbiana, bisexual, trans?”, 52.6% de las personas encuestadas reportó haberle revelado su orientación sexual o identidad de género a personas de todos los ámbitos de su vida, aunque predominan las que forman parte de las esferas más íntimas como amigos o familiares. Al analizar esta información por identidad sexual agregada, la investigación destaca que las personas bisexuales “son el grupo que presenta una menor apertura de su identidad sexual, con sólo un 21% de personas que le han contado a todos”, mientras que las personas trans son quienes presentan “una mayor apertura de su identidad sexual o de género con casi un 70% de personas que les ha contado a todos”.
Según los investigadores, la relevancia de esta información está dada por la relación que puede establecerse entre visibilidad y percepciones y experiencias de discriminación y violencia. En el caso de las personas trans, las más visibles y quienes reportan una mayor vulneración de derechos, la relación resulta evidente.
Respecto a las intervenciones psicológicas, 38.6% de las personas entrevistadas afirmaron haber recibido algún tipo de atención por causa de su identidad sexual o de género, siendo “las personas trans las que presentan un porcentaje mayor de intervención psicológica”, seguidas de mujeres lesbianas y en último lugar hombres gay. De acuerdo con Barrientos, estas preguntas se incluyeron a raíz del incremento de las llamadas ‘terapias reparativas’ en el país, que buscan ‘curar’ a las personas LGBT.
No obstante la existencia de estos tratamientos ha sido registrada con anterioridad, en 2010 el tema adquirió especial relevancia en Chile debido, entre otras razones, a las declaraciones del entonces Presidente del Colegio de Psicólogos de Chile, Leonardo Villarroel. En una entrevista con el diario La Nación en la que se le preguntó qué opinaba respecto a que una universidad chilena impartiera seminarios sobre la curación de la homosexualidad, el experto señaló: “Valoro positivamente que la Universidad de los Andes sea lo que dice ser; imparte una formación inspirada en el espíritu del Opus Dei y no podría hacer otra cosa que la que hace. Enseñan de acuerdo a cómo han definido su Misión y su Visión en la Educación Superior; todo el que ingresa a estudiar en ella, supongo, aspira a proyectarse como profesional imbuido en los principios propios de la Prelatura”.
Además de permitir un conocimiento más detallado de las dimensiones de esta problemática, Barrientos destaca que estas preguntas buscan contribuir a la generación de “espacios específicos para atención LGBT en Chile”. En el libro los autores señalan también la importancia de esta información en dos sentidos: “por una parte, manifiesta la necesidad, forma y vivencia bajo las cuales se puede recurrir a ella [la atención psicológica], delineando elementos bajo los cuales puede abordarse la atención de esta disciplina”. El segundo sentido tiene que ver con la dimensión política de la libertad de enseñanza, que en ese país permite la realización de las ‘terapias reparativas’, aseveran los autores.
Otra novedad tiene que ver con la inclusión del ‘acoso sexual’ en el módulo sobre agresiones contra personas LGBT, aspecto indagado por primera vez en la encuesta de la Marcha del Orgullo y la Diversidad de Córdoba, Argentina, 2010. Sobre este aspecto, el estudio chileno señala que “un tercio de las personas que han vivido algún tipo de violencia por identidad sexual o de género reporta haber sido acosada sexualmente” y que son las personas trans quienes registran porcentajes mayores de violencia sexual respecto a lesbianas, gays y bisexuales.
La Marcha de la Diversidad Sexual 2011 se llevó a cabo en un contexto de intensas movilizaciones ciudadanas protagonizadas por organizaciones estudiantiles que se manifestaron en contra de la mercantilización del derecho a la educación. Si bien determinar su impacto en el activismo LGBT resulta una tarea difícil, Barrientos señala que puede suponerse que dado que son jóvenes estudiantes de secundaria y universitarios quienes conforman el grueso de participantes de la Marcha, existen reivindicaciones que se solapan.
En todo caso, como escribe Fernando Muñoz en el Prefacio del documento, “en un contexto como el actual, cuando Chile parece estar en el inicio de un ciclo de transformaciones a partir de una mayor movilización ciudadana por demandas sociales y políticas, se vuelve significativo conocer las miradas del mundo de la diversidad sexual y otros movimientos de derechos ciudadanos”. En este sentido, la investigación constituye un aporte a la discusión general sobre ciudadanía y derechos en el Chile contemporáneo.
Otro hito que enmarca esta publicación le confiere especial significado: el asesinato en marzo de este año del joven chileno Daniel Zamudio por un grupo neonazi. El lamentable evento aceleró la discusión y aprobación de la ley antidiscriminación que durante 8 años reposó en el Congreso de ese país y que en las Marchas de la Diversidad de los últimos años constituyó una de las principales reivindicaciones del movimiento LGBT chileno.
La producción de trabajos como éste resulta fundamental en el largo camino hacia la igualdad de derechos. Como afirma Barrientos, “estos son algunos pasos hacia ello”.