Las estrechas relaciones entre capitalismo y patriarcado se reflejan en los mecanismos de control de los cuerpos y de las relaciones humanas.El feminismo ha apuntado cómo los roles de género y su papel como marcador de diferencia se articulan de forma compleja con la fuerza de trabajo y las relaciones de producción.El trabajo doméstico y las relaciones en el núcleo de la familia, la distribución de la renta entre los hombres y las mujeres, así comoel acceso de las mujeres a la tierra y al crédito para el financiamiento de la producción, son temas de interés de las economistas feministas.
Su horizonte de trabajo es el cuestionamiento de la historia y desarrollo del modelo económico capitalista y del lugar del patriarcado dentro deeste. Cuestionan así el predominio dela economía neoclásica en los cursos de economía. Las feministas irrumpen con una crítica del mantra delajuste estructural, al mirarlo desde su impacto diferenciado en hombres y mujeres.Elaboran y proponen una política del fortalecimiento de las mujeres y de la superación de las desigualdades de género.
En entrevista con el CLAM, la periodista chilena Rocío Alorda, especialista en Comunicación Política, participante dela Marcha Mundial de las Mujeres-Chile, introduce la crítica delos modelos económicos del punto de vista de las economistas feministas.
¿Cómo entender el paradigma económico desde una perspectiva degénero?
La economía capitalista es el único paradigma hoy estudiado en la mayoría de los centros educativos a nivel mundial. Ellos parten del principio de un individuo –imaginado como‘hombre’–, motor de la economía, con preferencias y opciones totalmente racionales y explicables por el deseo de maximizar su utilidad al mínimo costo. Las opciones racionales y egoístas de los individuos se complementarían con comportamientos altruistas en la familia, que en este modelo sería el lugar destinado a las mujeres.
Las feministas cuestionamos la división sexual del trabajo que define el capitalismo, en donde los hombres estarían destinados a las labores productivas y públicas y las mujeres deberían abocarse a las actividades reproductivas y del ámbito privado. Estas relaciones de poder económico destinan a las mujeres a un lugar de invisibilidad, al desconocer su aporte a la economía. A su vez, limitan sus posibilidades de autonomía económica. Esa labor reproductiva que las mujeres realizan no es valorada por la sociedad. Al contrario, es vista como una labor menor. Sin embargo, si no existieran sujetos que las realizasen, sería imposible la vida humana.
El paradigma económico actual es inequitativo y depredador. Es inequitativo porque, a la vez que reduce a hombres y mujeres a ámbitos de acción distintos, mantiene condiciones inequitativas estructurales. En Chile, por ejemplo, las mujeres ganan un tercio menos que los hombres. Aunque se formen y tengan estudios de posgrado, aún con título de doctora, obtienen menores ingresos que sus compañeros con la misma formación académica.
Este modelo también depreda el medioambiente y los bienes naturales. Su efecto se traduce en las crisis de escasez que hoy vivimos. En el mundo rural, la depredación de los bosques nativos, la contaminación de las aguas, las semillas transgénicas y el uso de agrotóxicos dañan a las familias campesinas y especialmente a las mujeres, quienes viven directamente los costos del modelo. Las trabajadoras asalariadas del campo sufren la intoxicación producto de los agrotóxicos; la pequeña producción campesina familiar se ve imposibilitada por la llegada de las semillas transgénicas que la vinculan a una serie de costos nuevos para la agricultura tradicional. Las mujeres recolectoras ya no tienen recursos para su subsistencia debido a que los bosques nativos fueron sustituidos por monocultivos.
¿Cómo enfrentar esos desafíos con las herramientas del análisis feminista?
Las economistas feministas hacen una serie de críticas al modeloeconómico vigentepero también una serie de propuestas. La primera es visibilizar el valor del trabajo doméstico, como elemento clave para el desarrollo de la vida humana, que no es responsabilidad exclusiva de las mujeres sino de todos quienes conviven en las familias. Otro elemento clave es la defensa de la autonomía económica de las mujeres como una posibilidad de no depender de otro, que por lo general es un hombre: el padre, el marido o el hijo.
Entender que el capitalismo se complementa con el patriarcado como forma de dominación estructural y cultural permitirá generar vías emancipadoras para las mujeres, lograr espacios de autonomía económica y organizarse colectivamente para aquello.
¿Qué ejemplos ilustran esa perspectiva?
En su libroO trabalho das Mulheres,Miriam Nobre habla de la apertura comercial y la situación de las mujeres. Hay estudios que establecen correlaciones entre el índice del desarrollo por género y el índice de la apertura comercial. El primero está integrado por variables como la diferencia salarial entre hombres y mujeres, las diferencias en la escolaridad y la esperanza de vida. Para Nobre, si estableciéramos una correlación positiva entre uno y otro, la interpretación directa sería que cuanto mayor es la apertura comercial, mayor el nivel del desarrollo por género, mejor la situación de las mujeres. La diferencia salarial entre mujeres y hombres es un indicador complejo. Esta diferencia puede disminuir porque cayó el salario medio de los hombres o porque aumentó la diferenciación entre las mujeres, con un sector de ellas que ganen más aumenta el promedio femenino del salario. Por lo tanto no es posible afirmar que la situación de todas las mujeres mejora como resultado directo de este índice.
Al establecer una correlación entre variables que pretenden representar realidades tan amplias,el o la economistaestá tomando una decisión política. Si existe una política anterior bien escogida, no hay solo matemáticas involucradas en el análisis. Pero un modelo económico establecidootorga legitimidad a una hipótesis, que se desdobla en argumentos y en políticas como la de los acuerdos de apertura comercial, por ejemplo el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas).
¿Cómo se visualiza la subestimación de las mujeres en la economía actual?
Hay una experiencia muy clara al respecto, que fue investigada por la directora de Anamuri, Mafalda Galdames. En el archipiélago de Chiloé, una provincia ubicada al sur de Chile con más de 130.000 habitantes, declarado el ‘Centro de Origen de la Papa’, son las mujeres quienes han llevado a preservar en este archipiélago las distintas variedades de papas nativas a través de una herencia campesina mantenida durante décadas.
Es tan evidente el menoscabo de esta labor, que cuando la mujer tiene las papas en su hogar, estas no tienen significado comercial ni el valor que se le asigna automáticamente cuando es solicitada para el laboratorio. Allí pasa a tener el valor que le asigna el hombre científico, aunque la mujer agricultora, campesina o indígena le haya otorgado un nombre, una clasificación y un destino específico de uso alimentario.
En general, las encuestas de hogares campesinos subestiman las faenas agrícolas de las mujeres como actividad económica del hogar. Las actividades complementarias, como el trabajo de la recolección de frutos silvestres o algas y productos marinos, se ignoran. No se registra el trabajo que realizan las mujeres en la huerta familiar o en múltiples actividades de vital importancia para el desarrollo de la producción agropecuaria como es alimentar animales, preparar comida para otras personas o comercializar productos artesanales. Desde este punto de vista, desde que tiene memoria, la mujer campesina ha estado presente en las labores agrícolas, pero su participación en el mercado siempre ha estado supeditada a la decisión masculina.
¿Qué otros aspectos caracterizan la economía feminista?
El universo de análisis de la economía dominante se limita a cómo se mueve el comercio, el gobierno o el mercado donde circula dinero. La economía feminista extiende este universo considerando aquél que se da sin ser estrictamente monetario, como el universo comunitario. Los valores que mueven al homo economicus derivan, según la economía neoclásica, de la escasez de recursos en la sociedad, ya que en la competencia por estos recursos, cada agente busca ser lo más eficiente posible sin importar los costos asociados.
Para las economistas feministas, otros valores deben regular las relaciones económicas; por ejemplo, la reciprocidad, la solidaridad y la cooperación. Para eso reflexionamos a partir de la teoría y la práctica para buscar formas de lucha y aportar a la construcción de un modelo económico sustentable, solidario, justo y antipatriarcal.
Contraponiéndose a la idea de la mano invisible, se propone la idea de una economía que considere el cuidado y las tareas de la reproducción. Mirando la economía en su totalidad se ven otros valores que hacen que las personas se muevan, tomen decisiones y no se reduce solamente a la competencia y la eficiencia.
¿Cuál sería el aporte fundamental de la economía feminista?
El aporte de la economía feminista es amplio pero se centra principalmente en hacer visible la contribución de las mujeres a la economía, la que ha sido ocultada y desvalorada por el modelo. Produce investigaciones y acciones que consideran el trabajo de una forma más amplia, incluyendo el mercado informal, el trabajo doméstico, la división sexual del trabajo en la familia, e integran la reproducción como fundamental para nuestra existencia, incorporando la salud, la educación y otros aspectos relacionados como temas legítimos de la economía.
Otro aporte son las estadísticas que cuantifican el trabajo no remunerado de las mujeres en la familia y en la comunidad y las incluyen en las cuentas nacionales, en los cálculos del producto interno bruto y en los presupuestos.
Por ejemplo, en la comuna de Chonchi, en la Isla de Chiloé, el Centro de Educación y Tecnología, (CET) creó el Banco de Semillas de Papas Chilotas para rescatar las diversas variedades de papas e incentivar su producción y preservar el recurso genético de ellas. Este centro organizó a las mujeres que integran el programa de rescate y cuidado de las papas nativas de Chiloé. Ellas son reconocidas por su comunidad y por sectores del ámbito universitario y académico. En los mercados locales y centros comerciales donde entregan sus productos también son valoradas por el trabajo productivo y económico que ellas realizan. Esas nuevas relaciones inspiran un sistema equitativo y una alianza perdurable de la sociedad civil basada en el respeto, el conocimiento y el trabajo entre hombres y mujeres para un comercio justo.
A través de los diferentes testimonios, nos queda la certeza de que han sido las mujeres las que han logrado recuperar especies en vías de extinción y situar a las papas nativas en el lugar que se merecen, las mesas de los mejores restaurantes. En general la comercialización no ha sido la finalidad primera; ha surgido con la valorización del sabor y el aporte nutritivo que cada especie le ha otorgado a los diferentes platos que se han ido descubriendo y de manera casi paralela a su redescubrimiento como un bien común de la humanidad.
Las preguntas frecuentes son: ¿cuál es el lugar de los hombres y de las mujeres en el mercado del trabajo?, ¿por qué las mujeres están concentradas en determinados espacios, generalmente los menos valorizados o los peor remunerados?, ¿cómo se explica la diferencia salarial entre hombres y mujeres?…
Definir un rol de hombres y mujeres en la economía implica naturalizar los géneros que estarían condicionados para el desarrollo de ciertas actividades económicas. Creemos que es importante alejarse de esas teorías esencialistas y comprender que el lugar en que se ha situado a las mujeres en la economía es una estrategia de dominación que, por un lado busca limitarlas al espacio privado, y por otro, reducir sus posibilidades de autonomía.
Pero la desigualdad no se debe solamente a esto, sino también al hecho de que a las mujeres culturalmente se las ha responsabilizado del cuidado de los niños y los adultos mayores; por lo tanto ellas actúan orientadas por lo que varios expertos y expertas han denominado“sabiduría de la conciliación”, haciendo que las mujeres “elijan” el trabajo informal o jornadas menores de manera de poder conciliar el trabajo con el cuidado de la casa y de los niños.
También está el tema de la calificación. Las mujeres están bien preparadas para las funciones que ejecutan por medio de su socialización de género; sin embargo sus capacidades se naturalizan y son desconsideradas en la remuneración del trabajo.
Como teoría que encarna perspectivas emancipatorias, ¿qué aspectos comúnes encuentra entre el marxismo y la teoría económica feminista?
Hay aspectos comunes, pero también hay diferencias. Acá me acojo a lo que expuso Miriam Nobre durante la Marcha Mundial de Mujeres. La crítica feminista a la economía marxista se basa en la centralidad de este enfoque en las relaciones de producción capitalista, marginando el trabajo doméstico y las actividades de reproducción ya que, según Marx, no producen valor.
A diferencia de los economistas neoclásicos, que ubican el valor en la utilidad de la mercancía producida, para Marx, solamente el trabajo humano crea valor. Así como distingue el valor de uso de una mercancía de su valor de cambio –cuantificado en horas de trabajo humano en condiciones sociales e históricas dadas–, también distingue el trabajo productivo para la sociedad del trabajo productivo para el capitalismo. De esta forma Marx consideraba el trabajo doméstico no productivo para el capital, en la medida en que éste no producía valor de intercambio, aunque siga siendo productivo para la sociedad.
No obstante, la teoría y el método marxista son de gran utilidad a las feministas por ellugar de la historicidaden el mismoy por incorporar procesos no económicos como la política y la cultura en el análisis de la realidad; aun más cuando los y las feministas se proponen mirar la realidad no sólo desde el género, sino también desde la articulación entre la clase, el género y la raza.
Un punto común entre el marxismo y la teoría económica feminista es el sentido de intervenir para cambiar la realidad. La teoría feminista tiene la intención de crear instrumentos para transformar a la sociedad y para luchar contra las desigualdades y el marxismo también tiene el objetivo de transformar la realidad a través de la acción colectiva y de considerar la importancia de una ciencia social con visión liberadora y transformadora con base en esa acción.
¿En qué consisten las propuestas de autonomía económica del movimiento feminista?
Es necesario hacer un cambio de paradigma, en donde primen los valores de la cooperación, la solidaridad en vías de lo comunitario. Como feministas hemos reflexionado sobre cómo revertir esas relaciones de poder perverso que instala el modelo capitalista, que se traduce en estrategias de resistencias, de transformaciones y de defensa de los bienes comunes. Vemos en la autonomía económica una importante posibilidad para que las mujeres tomen vías de empoderamiento que las logre alejar de los espacios de dominación, de la violencia y la mercantilización de los cuerpos femeninos y de los territorios. Existen muchas experiencias que se enfocan en ese camino: desde las mujeres campesinas que resisten en sus comunidades ante la instalación de los proyectos mineros y de las centrales hidroeléctricas, las mujeres que en sus poblaciones se organizan para producir alimentos o buscar mejores trabajos remunerados, las mujeres que se forman y deciden salir de los círculos de pobreza. Todas esas expresiones están direccionadas a fraccionar el modelo para generar vías emancipadoras para todos y todas.