La semana pasada la organización mexicana Letra S. Sida, Cultura y Vida Cotidiana A.C. presentó el Informe de Crímenes de Odio por Homofobia 1995-2008 ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), órgano estatal mexicano encargado de formular políticas e implementar acciones tendientes a eliminar las distintas formas de discriminación y avanzar en la garantía del derecho a la igualdad. El trabajo, que contó con el apoyo de nueve asociaciones no gubernamentales, implementó una metodología que permitió solventar la imposibilidad a la que se enfrentaron los autores para acceder a los informes judiciales de los asesinatos registrados, dado que la investigación carecía de interés jurídico.
Para la recolección de la información se llevó a cabo una revisión de la prensa escrita local y nacional, con el fin de identificar los asesinatos perpetrados contra hombres homosexuales, mujeres lesbianas y personas transgénero, que cumplieran con un conjunto de características que permitieran clasificarlos como “crímenes de odio”. Estos criterios contemplan la alusión a la orientación sexual o identidad de género de la víctima en las notas periodísticas; la evidencia de saña en el ataque; e informaciones dadas por los perpetradores respecto a la motivación del crimen; entre otras.
Los autores reconocen, no obstante, que esta metodología presenta algunas limitaciones, dentro de las cuales cabe señalar el subregistro de casos reportados, debido a que los diarios no informan sobre todos los asesinatos ocurridos. Adicionalmente, un trabajo como éste se enfrenta a la dificultad de clasificar los asesinatos perpetrados como “crímenes de odio”, puesto que el motivo de los mismos -que no siempre es claro- debe evidenciar la aversión que sentía el victimario por su víctima a causa de su orientación sexual o identidad de género.
Una de las definiciones de “crímenes de odio” citada en el informe los caracteriza como “…crímenes en los cuales el perpetrador es motivado por una característica de la víctima que la identifica como miembro de un grupo hacia el que el perpetrador siente alguna animosidad.” Citando a la Oficina para los Derechos Humanos y las Instituciones Democráticas –ODHIR, agrega que ‘los perpetradores de crímenes de odio tienen en común un odio al ‘otro’ cuya ‘diferencia’ se convierte en el blanco de sus agresiones”. Tomando como punto de partida estos criterios y sorteando las dificultades metodológicas señaladas, el informe de Letra S. presenta un panorama sobre los asesinatos homofóbicos ocurridos en México durante los últimos 14 años. En el informe se indaga acerca de hallazgos como el incremento de los crímenes de odio durante el período estudiado; la identificación de las principales víctimas de estos ataques; y los lugares donde estos crímenes tienen lugar; entre otros.
¿Incremento de los asesinatos?
El Informe de Crímenes de Odio por Homofobia 1995-2008 registró un total de 640 homicidios homofóbicos entre enero de 1995 y junio de 2009. Sin embargo, la cifra real podría llagar a 1.656, de acuerdo con una proyección nacional de casos, toda vez que la investigación realizada se centra en información recopilada sólo en 11 de los 32 estados de la República Mexicana.
La entidad federativa que presenta el mayor número de registros es el Distrito Federal (DF), con 144 asesinatos, seguido por Michoacán con 77; el Estado de México, 64; Nuevo León, 59; Jalisco, 41; Yucatán, 39; Veracruz, 30; Colima, 28; Tabasco, 22; Baja California Norte, 21 y Chihuahua con 20.
El informe señala que la cifra de asesinatos perpetrados contra homosexuales, lesbianas y personas transgénero en México se duplicó en la última década. Entre los años 1995 y 2000 se registraron en los diarios locales y nacionales en promedio 28 asesinatos por año, dato que se elevó a 59 para el período comprendido entre 2001 y 2008. En 2005 se presentó el mayor número de casos: 104 asesinatos.
Principales víctimas: varones gay de 21 a 40 años
Del total de personas asesinadas, 535 eran hombres gay; 21 mujeres lesbianas, y 84 travestis, transgéneros o transexuales. El informe señala que el perfil del asesino y su modus operandi están relacionados con el género de la víctima. Así, en el caso de las mujeres asesinadas, el homicida en general es un alguien cercano a la víctima, su antigua pareja sentimental o un familiar; mientras que los asesinatos de travestis y transexuales responden al modelo de la “ejecución”, al ser atacadas desde carros en marcha, o a golpes por un grupo de atacantes. Por su parte, los agresores de los varones gay los eligen por considerarlos “blanco fácil” de robo y extorsiones por tratarse un grupo estigmatizado.
El sitio donde se cometió la mayor parte de los crímenes fue el domicilio de la víctima, en 291 casos; seguido por la calle, con 107, y hoteles, con 36. 229 homicidios fueron perpetrados con armas punzo-cortantes y 118 decesos se ejecutaron a golpes. El estrangulamiento es la tercera forma más común de asesinato, rubro en el que se tiene registro de 104 víctimas. Algunos cuerpos presentaron signos de tortura antes de ser ultimados: mutilaciones genitales o penetración anal con objetos, en el caso de los varones, y de mutilaciones de los senos en el caso de personas trans.
La mayoría de las víctimas eran jóvenes adultos de un rango de edad que va de los 21 a los 40 años, con un total de 215 casos. En el rango de edad de 40 a 60 años suma 119 víctimas y los casos de mayores de 60 años son 31. Asimismo, el Informe también registró 36 muertes de menores de 20 años.
Más herramientas para la investigación
Durante la presentación del informe, Ricardo Bucio Mújica, presidente del Conapred, citó el problema de que las procuradurías tienden a tipificar los crímenes de odio como “pasionales”, a la vez que no permiten el acceso a los expedientes judiciales. Ante ello, se deben impulsar leyes contra la discriminación, que permitan tipificarla como delito y proporcionen los medios necesarios para realizar un diagnóstico nacional sobre la homofobia en la república mexicana.
Alejandro Brito, director de Letra S, señaló que uno de los principales problemas para investigar los crímenes de odio y hacer visible la situación consiste en la negativa de las autoridades a reconocer la existencia de dichos asesinatos. El periodista comentó que el 20 de agosto de 2009 la Asamblea Legislativa del DF aprobó la reforma al artículo 138 del Código Penal de la capital del país para agregar el “odio” como una de las agravantes de los homicidios y las lesiones calificados. La ley actualmente enuncia que “Existe odio cuando el agente lo comete por la condición social o económica; vinculación, pertenencia o relación con un grupo social definido; origen étnico o social; la nacionalidad o lugar de origen; el color o cualquier otra característica genética; sexo; lengua; género; religión; edad; opiniones; discapacidad; condiciones de salud; apariencia física; orientación sexual; identidad de género; estado civil; ocupación o actividad de la víctima”.
En tanto, Arturo Díaz Betancourt, fundador de la Comisión Ciudadana contra Crímenes de Odio por Homofobia, afirmó que la homofobia en México es incitada desde el púlpito clerical, que lanza campañas de odio en las homilías, así como por consorcios empresariales. “Este tipo de campañas deben ser criminalizadas”, concluyó.
Una conclusión del informe preliminar, que tuvo eco entre los oradores durante su presentación, es la necesidad de contar con herramientas que permitan a investigadores, organizaciones y entes gubernamentales registrar las diversas violencias ejercidas contra la población LGBT, con el fin de tener datos más precisos que permitan delinear un panorama más claro sobre la situación de discriminación de gays, lesbianas, bisexuales y personas transgénero.
Haga click aquí para descargar la versión preliminar del Informe de Crímenes de Odio por Homofobia.