CLAM – Centro Latino-Americano em Sexualidade e Direitos Humanos

Voces contra el olvido

Los quipus de la memoria. Voces contra el olvido



En 1980 el Partido Comunista Peruano-Sendero Luminoso (PCP-SL) se alzó en armas, iniciando un período de veinte años de horror para la sociedad peruana. En el 2001 fue conformada la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) para investigar y hacer pública la verdad sobre esa época de violencia política. Luego de dos años de trabajo, el Informe Final de la CVR concluyó que la cifra más probable de víctimas fatales superó las 69 mil. La responsabilidad de estos crímenes recae sobre las Fuerzas Armadas, grupos paramilitares y la Policía Nacional, y sobre el mencionado PCP-Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA).

Entre los gravísimos crímenes cometidos, ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada de personas, torturas, tratos crueles, inhumanos o degradantes, la CVR condena particularmente la práctica extendida de violencia sexual contra la mujer (Conclusión 46). En cuanto a los perpetradores, en los casos de violación sexual, la sección dedicada a la violencia contra la mujer señala que el 83% fue imputable a agentes del Estado y el 11% a los grupos subversivos (tomo VI, capítulo 1). Las cifras del capítulo dedicado al impacto diferenciado de la violencia a partir de las desigualdades sociales, entre ellas la de género, son elocuentes: “73 % de las mujeres afectadas por muerte y violaciones de derechos humanos eran quechuahablantes de la zona andina, y el 80% vivía en la zona rural” (tomo VIII, capítulo 2, página 277).

El Informe Final de la CVR también documenta, por vez primera, los crímenes y la violencia contra travestis y homosexuales: “el 31 de mayo de 1989, un grupo de seis integrantes del MRTA (Movimiento Revolucionario Tupac Amaru) ingresó violentamente al bar Las ‘Gardenias’, en la ciudad de Tarapoto, Departamento de San Martín, aprehendiendo a ocho ciudadanos, que fueron acusados de “delincuencia y colaboración con las Fuerzas Armadas y Policiales”. Se trataba de personas travestis y otros parroquianos del bar, que fueron asesinadas con disparos de armas de fuego. En la sección dedicada a los actos de terror contra minorías sexuales, el Informe continúa relatando cómo el semanario Cambio, órgano oficioso del MRTA, reivindicó la acción debido a que esas “lacras sociales, que eran utilizadas para corromper a la juventud” eran supuestamente amparadas por las fuerzas del Estado (tomo II, primera parte).

La conmemoración del segundo aniversario de la entrega del Informe Final de la CVR generó una movilización de aquellas personas y organizaciones, entre ellas el PEG/UNMSM, colaboradora del CLAM, que levantan sus voces contra el olvido y demandan al Estado y a la sociedad memoria y reparación. En el acto central, llevado a cabo en Lima el 26 de agosto, las organizaciones sociales llevaron a manera de ofrenda y recordatorio los denominados Quipus de la Memoria, que fueron confeccionados entretejiendo en ellos papeles con los nombres de las personas víctimas del terror y de la violencia política y sexual. Cientos de organizaciones sociales y miles de personas participaron de este acto conmemorativo.

Particular sentido tuvieron los quipus de las organizaciones de mujeres y por las personas TLGB. Éstos fueron elaborados en ceremonias con amplia participación, que se llevaron a cabo los días previos a la conmemoración central. El contenido simbólico de estos actos fue particularmente significativo dado que el quipu, serie de cuerdas anudadas con significado particular, fue el elemento utilizado en el Perú antiguo para guardar el registro de acontecimientos, que se supone constituyó la base de la memoria colectiva de la civilización incaica.

DEMUS – Estudio para la Defensa y los Derechos de la Mujer y el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán fueron dos de las diversas organizaciones de mujeres que se hicieron presente en la ceremonia. En el local del CMP Flora Tristán se confeccionó el denominado Quipu de las Mujeres, en una ceremonia en la que participaron mujeres de organizaciones de base, indígenas, sindicalistas, representantes de organizaciones no gubernamentales y de partidos políticos. La actividad se inscribe en una serie de acciones que procuran visibilizar el alto porcentaje mujeres, muchas de ellas viudas, niños y niñas huérfanas quechuahablantes, quienes para proteger sus vidas debieron desplazarse a otras regiones del país, perdiendo todas sus pertenencias. Estas mujeres no esperan necesariamente la ayuda del Estado, sino que demandan justicia y reconocimiento.

En el local del MHOL, Movimiento Homosexual de Lima, fue confeccionado el Quipu de la Memoria TLGB. Ahí, entre nudos y cuerdas, quedaron entrelazados los nombres de personas travestis y homosexuales asesinadas durante el conflicto armado. Hubo muchos papeles en los que se escribió sencillamente lesbiana anónima, en memoria de aquellas que fueron asesinadas o víctimas de la violencia sexual sin hacer visible su ser lésbico. En la ceremonia, especialmente emotiva, se recordó también a aquellos activistas que, coincidentemente, fallecieron víctimas del VIH-SIDA durante los años de violencia política.

El proceso iniciado por la CVR será uno arduo y prolongado. Necesitamos comprender que cada vida es insustituible. Que los derechos y la ciudadanía son para todas y todos, sin distingo de etnia, raza, cultura, sexo, edad, condición económica, origen, género, capacidad física o mental, orientación sexual, identidad de género, creencia política o religión, y que frente al Estado todas y todos tenemos iguales derechos y deberes.