La poeta chilena Roxana Carolina Miranda Rupailaf ha participado en diversas antologías de poesía mapuche contemporánea. Las tensiones derivadas de reconocerse como indígena y mestiza, su conciencia de mujer y el género son elementos estructurantes de su obra poética. Los críticos señalan que en su obra están presentes además elementos propios de la tradición judeo-cristiana, mediados por el sincretismo que de ellos ha hecho la religiosidad huilliche. Este cruce de elementos configura una marca que distingue su poesía tanto de otras poetas chilenas como de otras poetas mapuche de su generación.
Nacida en 1982, en Osorno en la Región de los Lagos al sur de Chile, Miranda Rupailaf estudió Lenguaje y Comunicación en la Universidad de Los Lagos y su formación la llevó también a la Universidad de Göttingen, en Alemania. Su primer libro, “Las Tentaciones de Eva”, ganó la versión príncipe del premio Luis Oyarzún en 2003. En 2006 participó en la recopilación “Hilando la memoria. Antología poética de 7 mujeres mapuche” y en 2008 publicó su segundo libro, “Seducción de los venenos”. En la actualidad se encuentra trabajando en su tercera publicación, “Al Shumpall”.
Roxana recuerda que comenzó a escribir a los 12 años de edad, luego de ser testigo de la muerte de una amiga. El trágico hecho la impulsó a introducirse en el mundo de las letras, desde donde ha iniciado una búsqueda de sus raíces indígenas y un redescubrimiento de un pasado familiar mapuche no lejano aunque opaco, señala.
Sabe que la poesía femenina mapuche es poco conocida y afirma que la mayoría de las poetas tienen pocos espacios de visibilidad en la sociedad chilena. Además de ser escritoras, las poetas cumplen otros roles: son jefas de hogar, madres y proveedoras, señala. En conversación con el CLAM, la poeta habló sobre su obra y la mirada de mujer en sus creaciones.
¿Cómo se formó una ‘conciencia de género’ en tu obra poética?
Inicialmente, tuve conciencia de mí. De mí en el mundo. Una escribe desde lo que es, y una de las primeras cosas de las que tomé conciencia fue de mi condición de mujer. La conciencia de género es algo posterior. La conciencia de género se adquiere en la violencia. En este sentido –creo– surge de la necesidad y, después, esa conciencia de género se complejiza.
¿Cómo se originó tu primer libro, “Las Tentaciones de Eva”?
“Las Tentaciones de Eva” es el libro de mi adolescencia. Lo publiqué a los 20 años y tiene poemas que escribí desde los 15. A veces una se divorcia de sus libros y luego se vuelve a dejar conquistar por ellos. Creo que he sido conquistada nuevamente por éste. De hecho, sacaré una segunda edición este año que incluye correcciones, recortes y nuevos poemas.
Esta publicación tiene una especial importancia para mí, porque es el libro que me hizo poeta. Es el que me obligó a seguir escribiendo. Es el libro por el cual escuché las primeras críticas. “Las Tentaciones de Eva” es la exploración de la naturaleza del cuerpo, la exploración del cuerpo frente al otro. Es una exploración creadora: una construye los sentidos en relación con otras cosas y desde ese punto de vista una es creadora de mundos y del mundo. Esa es una de las ideas motores de “Las Tentaciones de Eva”, allí, la voz lírica hace al mundo, crea el paisaje, crea a un dios, a un hombre y los va creando a su antojo a través del lenguaje: “Hágase la mujer a mi imagen con la divina dulzura del lenguaje”. Yo creo que este libro podría verse como la génesis de mi escritura, como el relato de origen. Y desde aquí, la voz que habla no puede escribir sin el mundo natural, porque el mundo natural es parte de su creación. No es la urbanidad. No es la globalización.
Algunos críticos de tu obra señalan como un rasgo característico de la misma la exploración de la “ontología de lo femenino asociada a la sexualidad”, al cuerpo, ¿cómo entiendes esa afirmación?
Yo creo que a partir del segundo libro, “Seducción de los venenos”, conscientemente he trabajado las voces femeninas, no sé si sólo desde el cuerpo. Mi intención ha sido explorar la psicología femenina desde distintas emociones que generalmente parecen adquirir una dimensión de tragedia, pues en la escritura y en la búsqueda he llegado a tensionarlas a veces demasiado. Creo que la psicología femenina es parte del cuerpo también, pues es por ahí por donde pasa el deseo del mismo.
Soy consciente de que incluyo muchos líquidos en mi poesía, pero esto también tiene que ver con la presencia del agua y del mar en mi escritura. Para mí, el agua es el regreso al origen y la purificación de los elementos.
¿Qué visibilidad tienen las mujeres poetas en la sociedad chilena y en el mundo mapuche?
Yo creo que las poetas chilenas en el sur han sido más invisibles que las poetas mapuches. Esto se debe a que la forma escrita que recientemente ha adquirido la poesía mapuche ha concitado cierto interés, dado que tradicionalmente ésta había sido oral.
Si pensamos en referentes femeninos de la poesía del sur de Chile podemos identificar algunas de ellas, como Rosabetty Muñoz, Maha Vial, Verónica Zondek, Elizabeth Acuña, Marta Catalán, Bernardita Hurtado, Heddy Navarro, Elsa Pérez, Ximena Burgos, Lourdes Barría, entre otras. Sin embargo, todavía existen muchas poetas que han sido poco difundidas y estudiadas.
Ahora bien, creo que dentro del mundo mapuche la mujer poeta goza de una mayor consideración porque se comparte con ella un proyecto conjunto de escritura: un proyecto que tiene conciencia de una misma cultura y de un mundo mapuche que tiene urgencias; de comunidades que están en permanente guerra con el Estado chileno y de memorias dispersas.
¿Crees que Chile respeta a sus pueblos indígenas?
En mi país se instalan represas y forestales, se vende el mar, se encarcela a los lonkos –líderes mapuche—, se aplica la ley antiterrorista, se asesina a comuneros y un largo etcétera. En Chile no hay respeto ni por los pueblos indígenas ni por la tierra.
Volviendo a lo femenino y la escritura ¿consideras que se puede hablar de una literatura femenina?
Yo creo que sí. Así como se habla de poesía mapuche, de poesía homosexual, también se puede hablar de poesía femenina, si lo que queremos estudiar es precisamente la conciencia de género en los diversos textos.
La literatura escrita desde mujeres da claves de situaciones y acontecimientos femeninos puestos en contexto. Lo que hay que tener claro es que la literatura femenina no se restringe sólo a temas de género. En general, toda clasificación es restrictiva, pues toda literatura es “posibilidad” y se puede entrar a ella por varias puertas.
Lo que quiero decir es que la literatura femenina va a existir mientras existan mujeres que escriban, y mientras a la par existan lectores y lectoras que se preocupen de las políticas y de la situación actual de la mujer en sociedad.
En tus textos, además de estar presente una ‘conciencia de género’ podríamos hablar de una ‘conciencia étnica’ derivada de tu condición de poeta mapuche-huilliche. ¿Qué te inspira como poeta mestiza?
Un poeta peruano, Jorge Pimentel, dice que la inspiración no existe. Lo que existe son decisiones y decidí publicar en una antología de poetas mapuches sin escribir poesía mapuche. El mundo que yo describo representa la realidad de muchos mapuches que han tenido que emigrar a la ciudad o han descubierto su pasado indígena después.
Creo que nosotros no somos culpables de la pérdida de nuestro lenguaje, el mapudungun, ni de nuestros nombres; pero sí somos responsables de la recuperación de nuestras tradiciones, nuestra lengua, nuestra dignidad y nuestra conciencia. Tenemos responsabilidades en la construcción de nuestra memoria mapuche y de su transmisión a las generaciones que vienen.
Respecto a la palabra ‘mestizo’, creo que ésta ha sido manoseada y empleada por el Estado para decir que todos somos iguales. Si creemos que todos somos mestizos y chilenos, no existe la diferencia y los derechos indígenas se anulan. El mestizaje debe entenderse en el sentido que lo plantean François Laplantine y Alexis Nouss, es decir, como un proceso en permanente tensión, como una experiencia, un estado de atención y duda frente a lo incompleto; y no como una simple mezcla de sangres. No todos ni todas somos mestizos y mestizas, no todos y todas tienen esa conciencia aún.